El gol esquiva al CUC Villalba ante un Inter con diez

Entonces, jugaban con diez los de Moraleja de Enmedio, víctimas del carrusel de tarjetas con el que Pecharromán Pérez protagonizó el partido, por cierto, el árbitro que mutiló al Villalba el año pasado en el campo del Puerta Bonita. Fue en una primera mitad de locos en lo disciplinario, en la que Jaime Guadaño, central ex del Rayo, con raíces en Guadarrama, pagó el pato con una expulsión por doble amarilla. Era el minuto 35 y la consecuencia fue que Pablo López quitó un puñal, Jorge Ortiz, y su equipo fue empujado a la cueva de forma progresiva, mérito de un Villalba que recuperó su versión más constante.

Por segunda vez, visto que Alberto Losa tiene motor y condición para noventa minutos, Miguel Ángel Hernández apostó por situar de ariete al héroe del ascenso, y decidió atajar las ausencias de Rubén y Manu metiendo a Linares como pareja de Dorado en la zaga, y a Astray en lugar del capitán en la sala de máquinas. El Inter impuso su manejo de pelota en los primeros compases y mantuvo al Villalba lejos de las zonas de peligro, pero el gol no fue consecuencia de un dominio claro, sino del gran detalle técnico de Álex Fernández, que pinchó con mucha clase un balón llovido del cielo y ejecutó a Bárcena al segundo toque. Casi nada más en ataque hizo el Inter, que poco después se quedó sin Guadaño y encomendado a sus porteros. Antes del descanso, Nacho Gil ya sacó un remate a quemarropa de Losa, tras servicio de Bielza desde la derecha. Y tras el descanso, el meta titular del Inter sacó otra mano de primer nivel a disparo seco y ajustado de Iván Matas, aunque pagó la estirada con una lesión. Poco pesó el lance en el partido, pues Mellado, el meta suplente, realizó una parada inverosímil a cabezazo de Losa, cuyo rechace permitió dos ocasiones de gol más en las que la delantera amarilla no acertó a remachar. Para entonces, Hernández había ordenado a Guille Dorado ejercer de delantero y había hecho debutar a Luis Frateli, central cedido por el Fuenlabrada. Y más tarde, el técnico jugó las bazas de Eliot y Marcos Gil, con el Inter posicionado en defensa de balonmano, y Álex de hombre avanzado.

El acoso tuvo la continuidad e intensidad deseadas, pero no el acierto. El Inter. cerró los pasillos interiores y redujo la carga bien a centros imprecisos desde los costados, bien a disparos lejanos, mientras ocasionalmente tomaba aire con alguna carrera de Portilla. El acoso acabó siendo tan estéril como emocionante, y el 0-1 no se movió. Un resultado muy problemático, pues aleja la permanencia a tres puntos en vísperas de afrontar el domingo un partido de alto voltaje en la guarida del líder, Unión Adarve, que espera para saldar cuentas pendientes de sus derrotas del curso pasado ante los serranos.